2ª ETAPA 09-01-2011 Año XVIII Nº 960 Edita: Familia Salesiana de Piura
¡Vengan y verán!
Somos hijos de Dios. Podemos llamarle: Padre Nuestro
Allí, a orillas del Jordán, estaba Juan Bautista que bautizaba a todos los que acudían a él. Era un bautismo de conversión. Bajando al agua y haciendo inmersión en ella significaban que querían renovarse interiormente para poder acoger al Mesías. Ésta era la predicación de Juan. Y la gente acudía a verle. Él preparaba el camino del Señor. Era valiente, austero y libre. Jesús también se presenta ante él, en el Jordán, para recibir su bautismo. Es admirable la actitud y el convencimiento de Jesús. Él ha cargado sobre sí nuestros pecados, nuestra miseria, nuestra condición humana con todas sus fragilidades y oscuridades. Se ha encarnado en la profundidad de la humanidad. ¡Qué incomprensible y admirable es el amor de Dios! ¡Qué alegría inmensa, que iluminación radiante, qué plenitud experimenta! ¡Qué voz tan dulce y tierna! Todo el amor del Padre lo envuelve. ¡Se siente tan amado! El cariño, el amor y la ternura del Padre llenan su corazón. Esta fuerza interior le proporcionará una gran energía. Nosotros hemos recibido el bautismo de Jesús. Es él quien nos ha bautizado. Es él quien nos da la gracia. Es él quien nos hace hijos adoptivos de Dios. Es él quien nos confiere esta gran dignidad. El Espíritu está dentro de nosotros. Somos hijos de Dios. Podemos llamarle Padre a Dios, Padre nuestro. Dios nos ama y nos fortalece. Esto nos tendría que llenar de alegría. Con el amor y la ternura de Dios somos fuertes en medio de nuestras limitaciones.
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Bautismo del Señor
Apenas se bautizó Jesús, vio que el Espíritu de Dios se posaba sobre él
1ª Lec. Isaías 42,1-4.6-7
Así dice el Señor: "Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas."
R: El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hijos de Dios, aclamad al Señor, / aclamad la gloria del nombre del Señor, / postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.
La voz del Señor sobre las aguas, / el Señor sobre las aguas torrenciales. / La voz del Señor es potente, / la voz del Señor es magnífica. R.
El Dios de la gloria ha tronado. / En su templo un grito unánime: "¡Gloria!" / El Señor se sienta por encima del aguacero, / el Señor se sienta como rey eterno. R.
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él."
En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: "Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?" Jesús le contestó: "Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así lo que Dios quiere." Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: "Este es mi hijo, el amado, mi predilecto."
Hoy que meditamos sobre el Bautismo de Jesús y el compromiso que adquirimos en el nuestro, bueno será que aproveches para que en esta ceremonia pública o privada en el templo o en tu propio hogar renueves con fervor las promesas de tu bautismo ya que lo hicieron por ti tus padres y padrinos. Las respuestas las haces tú.
Ser cristiano significa vivir como Jesús nos enseña, sentir la alegría de amar como Él, luchar contra todo lo que nos aparta de Dios y de nuestros hermanos. Es lo que expresamos en el siguiente diálogo:
hacia los demás? Padres y Padrinos: Sí, renunciamos
Celebrante: ¿Renuncias a tener como primer objetivo de tu vida el afán de dinero, de placer o de bienestar propio, esto es, renunciar a pensar tan solo en ti mismo, olvidándote del prójimo y de Dios ? Padres y Padrinos: Sí, renunciamos
Padres y Padrinos: Sí, queremos.
En la preparación que hemos tenido durante todo el año pasado de padres con hijos en los cuatro Oratorios Salesianos, no pocas lindas parejas de convivientes y matrimonios civiles están dispuestos a legalizar su vocación matrimonial cristiana.
Esta situación nos anima a dar esta noticia a todos los lectores de "La Campanilla" que están en esta situación y que voluntariamente quieran inscribirse para legalizar cristianamente su enlace matrimonial.
Empezaremos el 14 de enero de 7:00 a 9:00 p.m. hasta el 11 de febrero (todos los viernes) en el Centro de Pastoral Salesiano del templo de María Auxiliadora. Pueden inscribirse directamente con el P. Casimiro Iraola.
L: Hb. 1, 1-6; Mc. 1, 14-20
M: Hb. 2, 5-12; Mc. 1, 21-28
M: Hb. 2, 14-18; Mc. 1, 29-39
J. Hb. 3, 7-14; Mc. 1, 40-45
V: Hb. 4, 1-5.11; Mc. 2, 1-12
S: Hb. 4, 12-16; Mc. 2, 13-17
D: 2do. Domingo del Tiempo Ordinario
Is. 49, 3.5-6; 1Cor. 1, 1-3; Jn. 1, 29-34
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